sábado, 27 de agosto de 2011

Doble Imagen.

Estaba tranquila en casa, tomando un delicioso té y escuchando música armoniosa de fondo, como acostumbro hacerlo cada tarde de domingo, cuando sin percatarme, algo golpeó mi cabeza.
Pronto me vi estrellada en el suelo, envuelta en sangre, queriendo levantarme sin poder hacerlo.
Entonces corrí a buscar el teléfono, necesitaba marcar aquel número que podría salvar mi vida. Pero cuando llegue me di cuenta que seguía en el piso, inmóvil, tiesa. Me pregunté cómo podría estar en dos lugares a la vez. Nunca lo entendí, estuve horas tratando de razonarlo, y sin embargo, nunca lo entendí.

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